Acceso Directo - Parte 4
"Amar a Dios significa obedecerle."
- Pastor Andrés Castro
En esta serie, hemos estado estudiando el Tabernáculo en el tiempo de Moisés, esta tienda de encuentro que Dios ordenó se construyera, para habitar en medio de su pueblo. El tabernáculo nos ha enseñado cómo es Dios, quién es Dios y cómo acceder a Él. En aquel tiempo, solo unos cuantos tenían acceso a la presencia de Dios, pero ahora todos lo tenemos, por lo que es importante cómo funcionaba y cómo podemos hoy estar en la presencia de Dios. En esta parte aprenderemos qué era el lugar santísimo, cómo se ingresa y dónde está ese lugar ahora.
Esta era la última parte del tabernáculo y solamente tenía una cosa: el arca del pacto. Era una caja de madera recubierta de oro, con anillos donde se ponían varillas para transportarla, tenía una tapa de oro, una corona y dos querubines que cubrían la tapa que cubría la presencia de Dios y guardaba los 10 mandamientos que Dios le había dado a Moisés. Dios habitaba en el arca y nadie podía acercarse a ella porque si estaban en pecado, caían muertos. Además es tan pesada que nadie puede resistirse a ella. Por esto, el lugar santísimo tenía un velo que separaba el lugar santo del lugar santísimo, para que nadie viera la presencia de Dios. Solamente los sumos sacerdotes podían pasar a través de este velo, una vez al año, pero debía limpiarse de pecado primero. Hacían el ritual de derramar la sangre de un cordero sin mancha para el perdón del pueblo.
Ahora, ¿cómo llegamos nosotros a la presencia de Dios? Cuando Jesús murió, el velo del lugar santísimo se perdió. Jesús fue ese sacrificio perfecto, como los corderos en el Antiguo Testamento, y derramó hasta la última gota de sangre por los pecados del mundo. Esto significa que se nos concedió el acceso a la presencia de Dios. Ahora, esto es una buena noticia porque quiere decir que no solo el Sumo Sacerdote ingresa, sino que todos los sacerdotes, es decir, nosotros. Jesús ahora está sentado a la derecha del Padre y nosotros tenemos acceso a su presencia. Nuestro nuevo Sumo Sacerdote es Jesús, a quien debemos imitar.
Aquí es donde obtenemos una nueva revelación. Esta serie se ha tratado de que dejemos de ser cristianos que solamente vamos a la iglesia una vez a la semana y no pasamos del patio a la comunión y el lugar santísimo. Todo lo que hemos aprendido del tabernáculo sigue, solo una cosa se quitó: el velo. Todo lo demás debemos seguirlo haciendo: limpiarnos, lavarnos, recibir al Espíritu, tener comunión. Debemos aprender como Jesús a obedecer, debemos presentarnos como sacrificio vivo delante de la cruz. Si queremos la gloria de Dios manifiesta en nuestra vida debemos agregarle la obediencia a la intimidad y la comunión con Dios. Si no hacemos estas cosas no veremos la gloria de Dios en nuestra vida. Un corazón humilde y obediente permitirá a Dios actuar en nuestras vidas.
Reflexionemos
¿Has recibido el sacrificio de Jesús para tu vida?
¿Estás buscando a Dios después de limpiarte, lavarte, recibir al Espíritu y tener comunión?
¿Qué cosas te ha pedido Dios en las que necesitas obedecer?
Versículos para reflexionar
Éxodo 37:1-9 - Mateo 27:50-51 - Hebreos 10:19-22 - Hebreos 5:8-10 - 2 Corintios 5:20
Oración
Señor, ahora que comprendo cómo llegar a tu presencia, quiero vivir en obediencia, para poder agradarte con mi vida y poder llegar limpio ante Ti. Te pido que me des un corazón humilde, obediente y constante. Te doy gracias por el sacrificio que hiciste, Jesús, y por entregar tu vida para que yo pudiera conocerte. Te entrego mi vida como sacrificio vivo para llevar tu presencia a más personas y puedan conocerte también. Amén.