Adoptados por Dios

"Fuimos escogidos, no porque nos necesitaban, sino porque somos amados profundamente."

- Dr. Alejandro Villalobos

Conocemos las ostras, las conchitas que si nos detenemos y la abrimos, podemos encontrar una perla. Si no nos detenemos y buscamos, probablemente nos perderíamos de encontrar esa belleza. De la misma manera, con las prédicas o los versículos, debemos detenernos para descubrir las perlas dentro de ellos.

En Romanos, Pablo utiliza la imagen de ser adoptados por Dios. En griego, el lenguaje original, significa adoptar un hijo, es decir, que Dios nos adopta como sus hijos. En ese tiempo, las familias adoptaban a personas de manera deliberada para que fueran capaces de poder llevar adelante su patrimonio y su apellido. Es decir, una persona adoptada era seleccionada cuidadosamente. Estas personas adoptadas eran elegidos como herederos aún cuando hubiera más hijos después, y ese estatus especial nunca se perdía, sino que se convertía en el orgullo de su padre. Entonces, cuando Pablo habla de ser adoptados, realmente nos dice que fuimos escogidos por Dios y Él nos quería para sí mismo, no porque nos necesita, sino porque nos ama. Eso es lo que debe calar en nosotros hoy: somos hijos de Dios, porque Dios se fijó en nosotros, anotó nuestro nombre en el libro de la vida y nos quiere para Él, porque nos ama profundamente.

Estas adopciones tenían varias etapas, primeramente, sabiendo la persona que quería adoptar al muchacho, negociaba con sus padres biológicos el precio que tendría, y se hacía una ceremonia pública donde el padre que quería adoptar ponía una bolsa de dinero en una balanza, y del otro lado se ponía al muchacho, y el padre biológico decía “no”. Esto se repetía varias veces para demostrar que los padres no querían deshacerse de su hijo, pero en la tercera vez, con un abrazo se despedían.

Otra de las etapas, consistía en que el muchacho perdiera todo derecho de su familia de nacimiento, pero ganaba absolutamente todos los derechos de su nueva familia. Se convertía inmediatamente en el heredero del patrimonio de su nuevo padre. La vida antigua era borrada completamente y se comenzaba una nueva vida. Cualquier deuda o problema que tuviera, quedaba eliminado y era un nuevo hijo. Además, esta etapa constaba que ahora ese muchacho era absoluta y permanentemente hijo de su nuevo padre.

¿En qué se parece esto a nuestra vida en Cristo? Dios nos eligió, se fijó en nosotros y nos quiere para Él, porque nos ama. Eso es suficiente razón para doblarnos en alabanza porque el gran Dios nos quiere para Él. Segundo, Jesús pagó el precio por nosotros, con precio de sangre, y lo hizo con amor, extendiendo sus brazos en la cruz. Como resultado de esta adopción, ya no tenemos relación con nuestra vieja manera de vivir. Cuando Dios nos adoptó como hijos, ya no hay culpa ni pecado, porque Cristo pagó.

Cuando somos adoptados, podemos dejar que el Espíritu renueve nuestros pensamientos y actitudes. Podemos tener una nueva vida, siguiendo las cosas que agradan al Señor. Seamos bendición para quienes nos oigan y hagamos el bien a quienes podemos. Somos llamados a comportarnos como hijos de Dios y dar una imagen digna de reflejarlo. Nuestra vida es un evangelio, y algunas personas lo único que conocerán del Señor es nuestra vida. Seamos luz en medio de las tinieblas para que cuando se acerquen a nosotros, vean algo más y descubran a Cristo. Cuando somos hijos de Dios, ya no somos los mismos.

Reflexionemos

¿Realmente has aceptado la adopción del Padre?

¿Qué cosas no has dejado ir que ya no son parte de tu nueva vida?

¿Estás permitiéndote vivir todos los derechos como hijo de Dios?

Versículos para reflexionar

Romanos 8:15-17 - Juan 3:16-17 - 1 Corintios 16:19-20 - Efesios 4:22-29

Oración

Padre, gracias por elegirme y buscarme, por pagar un precio tan alto por mí. Gracias porque me llamas hijo amado y heredero de tu Gloria junto con Cristo. Recuérdame esta bendición cada día, y enséñame a comportarme como hijo Tuyo para reflejar tu amor donde sea que vaya. Quiero vivir una vida nueva contigo. Amén.