¿Cómo amar a un pródigo?

"La religiosidad condena y juzga, mientras que Jesús come con los pecadores, los toca, los abraza y los perdona. Su amor está presente todo el tiempo."

- Pastor Sixto Porras

En la parábola del hijo pródigo encontramos revelaciones del amor de Dios que podemos aplicar en nuestra vida y nos enseña cómo debe ser nuestra familia y cómo debemos tratar a un hijo pródigo de la casa. Los hijos pródigos huyen de casa porque la novedad los excita, pero lo mismo oculta imperfecciones, y si toman ese camino y no regresan a tiempo, es un camino sin final, pero que termina con muerte, dolor y destrucción. Algunos no sabemos cómo tratar a estos pródigos que están en sus caminos en busca de aventuras destructivas, pero siempre podemos preguntarle a Jesús cuál es la actitud correcta ante estos pródigos.

No podemos olvidar que cada uno de nosotros fue pródigo en algún momento, y Jesús vino a buscarnos y amarnos así como somos, y nos llamó de vuelta a casa. Cuando somos pródigos, el Señor siempre nos toma, construye algo para cubrir nuestra vergüenza y hace un plan para redimirnos. Por eso estamos aquí hoy. A veces el pródigo no vuelve a casa solo, pero Jesús nos enseña que un pastor busca a sus ovejas perdidas. A veces tenemos que buscar a nuestros pródigos y llamarlos con amor.

La religiosidad condena, juzga y señala, pero Jesús come con los pecadores y va a esos lugares, los busca y se mete a su corazón hasta encontrarles. A veces no queremos compartir con los que están desviados y preferimos señalarles todo lo que están haciendo mal. Nuestra responsabilidad en estos casos es solamente amarles, no condenarles. Dios nunca nos ha desconocido como hijos por andar en pecado. Nosotros tampoco podemos hacerlo con los pródigos. Nuestro hogar debe ser un lugar donde todos se sientan seguros.

Que no sea tarde para volver a casa, donde hay fiesta porque hemos vuelto, donde hay abrazos y podemos llorar. Debemos despertar y dejar de vivir como pobres cuando somos ricos. Hay quienes cargamos con culpa, pero no debemos cargar con ella. Debemos unirnos en oración y unos con otros, amarnos y tomar las promesas de Dios para nuestras vidas.

Reflexionemos

¿Quién es un pródigo en tu vida? ¿Sos vos el pródigo? ¿Cómo estás tratando a tus pródigos?

Versículos para reflexionar

Lucas 15:1-32 - Jeremías 31:16-17

Oración

Señor, hoy abro mis brazos y los alzo a ti, en señal de rendición. Sé que sin ti no tengo nada y lejos de ti me pierdo. Reconozco que he pecado contra ti, pero también sé que soy tu hijo amado. Recuérdame quién soy, tómame y tráeme a casa. Asimismo, ayúdame a recibir a los pródigos de mi vida para poder amarlos y recordarles que son tuyos y amados. Que tu gracia me inunde para poder perdonar a otros también y poder amarlos. Amén.