Objetos Perdidos

"Nuestra condición de hijos no depende de las circunstancias."

- Alexander Grant

Este último año y medio ha sido un tiempo de pandemia que nunca vamos a olvidar. También ha sido un tiempo de muchas pérdidas, ya sean seres queridos, hasta negocios, emprendimientos, relaciones, estudios, espacios de ocio. Para algunos ha sido doloroso no tener cerca de nosotros a personas que amamos mucho. Cuando atravesamos un duelo, pasamos por varias etapas como el shock, la negación, la negociación y el enojo, o la aceptación. Esta última es cuando aceptamos que nos duele y es real, pero que nos podemos recuperar. Estas etapas no son lineales sino que tienen altos y bajos donde podemos avanzar o retroceder y la única manera de superarlo es enfrentarlo, pero si de algo podemos estar seguros es que Dios tiene el tiempo en sus manos y hay un espacio y momento para todas las cosas.

Dios puso eternidad en nuestro corazón, pero aún así no comprendemos todo el alcance de lo que Dios hace. Nuestra vida es como un reloj que con una manecilla marca el ahora, y con otra marca la eternidad. Ambos van marcándose simultáneamente y nosotros a veces nos confundimos un poco. La vida tiene un carácter cíclico que nos toma por sorpresa pero cuando lo pensamos mejor, algunas cosas ya han pasado, y Dios las repite para que las aprendamos bien. Dios es el principio y el fin, y sostiene todo el conocimiento y el tiempo en sus manos desde principio a fin, aún cuando nosotros no comprendemos lo que Dios está haciendo.

En la parábola de la oveja perdida, podemos ver cómo un pastor deja 99 para ir de vuelta por la una que se había perdido. Dios nos compara con ovejas porque son animales indefensos y vulnerables. La única defensa de las ovejas es mantenerse junto con su pastor. El cuidado de Dios preserva nuestra paz mental. Igual que el pastor, Dios no se da por vencido con nosotros, nos busca y celebra cuando nos encuentra. Con la parábola de la moneda perdida, podemos aprender que cuando perdemos algo muy importante, hacemos todo lo posible por encontrarlo. De la misma manera Dios nos busca y somos irremplazables y más valiosos que cualquier objeto que podamos apreciar.

Por último, en la parábola del hijo pródigo podemos reflexionar sobre cómo Dios se goza cuando volvemos a Él. Si nos hemos alejado del camino, Dios nos quiere como hijos por encima de todo. A los que no somos contratados, los que no tenemos crédito, los que hemos tomado malas decisiones, Dios nos quiere por encima de todo. Nuestra condición de hijos no depende de las circunstancias o si hacemos bien o mal las cosas. Dios nos devuelve nuestro valor, restaura nuestro honor y nuestra autoridad.

Reflexionemos

¿Cuáles son aquellas cosas que has perdido que debes entregar al Señor?

¿Si te sentís perdido, qué esperas para volver a Dios?

Versículos para reflexionar

Eclesiastés 3:1-15 - Lucas 15:1-32 - Mateo 24:35 - Mateo 6:19-21 - Efesios 2:19-22

Oración

Señor, en mi vida he perdido muchas cosas y ha sido doloroso. Sé que Tú entiendes mi dolor y confío en que restauras todo lo que he perdido. Te pido que hoy mi perspectiva cambie para poder ver las cosas diferentes y recuérdame que mi condición de hijo no depende de las circunstancias o aún de mis errores y logros. Gracias porque me amas, porque me buscas hasta el final y me encuentras para traerme a casa. Amén.