Un instrumento poderoso
"Lo que decís tiene mucho poder."
-Pastor Andrés Castro
Nuestro discurso es muy poderoso, ya que puede afectar la vida de mucha gente. Santiago dice en la Palabra que nuestras palabras son como una chispa que enciende todo un bosque. Nuestras palabras tienen poder para impactar a muchos, pero especialmente a nosotros mismos. En nuestra lengua tenemos poder para bendecir y maldecir. No subestimemos el poder que tenemos, cambiemos nuestra manera de vivir.
Así como cuidamos lo que comemos para mantenernos saludables, así mismo debemos cuidar lo que hablamos porque así alimentamos nuestro interior. Jesús nos recuerda que lo que nos contamina no es lo que entra a nuestra boca sino lo que sale de ella.
Dicho esto, las palabras alimentan nuestro ser. Si queremos estar bien, alimentémonos con nuestras propias palabras. El corazón y las palabras están conectados, mientras peor hablemos, el corazón más se envenena. En cambio, si comenzamos a hablar cosas buenas que edifican y bendicen, más sano nuestro corazón. ¿Nos podemos mantener saludables caminando una vez por semana? ¡Jamás! Debemos alimentarnos varias veces. Igualmente, con las palabras nos alimentamos. Debemos leer la Palabra de Dios para alimentar nuestra alma. No podemos andar por ahí leyendo solo una vez por semana, porque realmente andaremos vacíos. Puede que hemos estado escuchando cosas malas y recibiendo alimento malo para nuestra alma. ¡Debemos despertar y dejar de subestimar las palabras de nuestro corazón!
La Palabra dice que se nos conoce por nuestros frutos y de nuestro corazón habla la boca, por nuestras palabras se nos condenará. Son declaraciones muy fuertes. Nosotros como cristianos, ¿cómo podemos hablar palabras que van en contra del fruto del Espíritu que vive en nosotros? Debemos cambiar esto. Hablemos la Palabra, que juzga los pensamientos y las intenciones del corazón, y penetra lo más profundo de nuestro corazón.
Es importante que nos alimentemos de la Palabra de Dios. Está viva y nos cambia. Lo que oímos y hablamos tiene mucho poder. Alimentémonos constantemente de palabras de bendición. Sobre todo, respaldemos nuestras palabras de bendición con el Nombre de Jesús que es poderoso y puede cambiarlo todo.
Reflexionemos
¿Qué palabras has dicho que han herido a otros?
¿Tenés que perdonar a alguien que ha dicho palabras hirientes contra vos?
Versículos para reflexionar
Santiago 3:1-23 - Proverbios 18:20 - Mateo 15:10-20 - Efesios 4:29 - Mateo 12:33-37 - Hebreos 4:12 - 2 Timoteo 3:16
Oración
Señor, hoy pido perdón por las cosas que he dicho que no edifican y solo maldicen. Quiero pedirte que pongas en mi corazón Tus palabras para que mi boca hable lo que está en mi corazón. Te pido que pongas en mi boca palabras de bendición, que edifiquen y hagan bien a los demás y a mí mismo. Amén.