El buen constructor
Construir sobre la roca requiere esfuerzo y profundidad. Mientras que edificar sobre la arena es fácil, no perdura. El verdadero fundamento debe ser la palabra de Dios, que es sólida y eterna. Las edificaciones en nuestra vida no solo se preparan para los momentos de calma, sino también para cuando vengan las pruebas. No basta con escuchar la palabra; debemos obedecerla y ponerla en práctica. Solo así seremos buenos constructores, edificando sobre la roca inamovible que es Cristo, nuestra base segura frente a cualquier adversidad.