Más que un milagro

Imaginate esto: un ciego es llevado a Jesús, y en lugar de sanarlo al instante, Jesús le escupe en los ojos. Raro, ¿no? Pero lo realmente interesante es que, cuando el hombre abre los ojos, no ve claramente—ve gente, pero parecen árboles caminando. Jesús no lo deja ahí, le toca los ojos otra vez, y ahora sí, ve todo con claridad. ¿Qué nos dice esto? A veces, nuestra fe y nuestra visión espiritual no se restauran de golpe. Jesús nos guía en un proceso, paso a paso, enseñándonos a depender de Él en cada momento, hasta que finalmente vemos como Él quiere que veamos.