La promesa sigue intacta
Dios no se atrasa, ni se olvida. A veces pensamos que nuestro momento ya pasó, pero la espera no significa ausencia. Caleb dijo: “Tal como el Señor prometió, él me ha mantenido con vida por cuarenta y cinco años más” (Josué 14:10), y seguía creyendo. ¿Por qué? Porque entendía que las promesas de Dios no expiran con la edad ni con las circunstancias. Lo que parece una demora, es en realidad la sabiduría de un Dios que actúa a su tiempo, no al nuestro.