Dos puertas, dos destinos
Jesús habló de dos puertas: una ancha, fácil y popular, y otra estrecha, pequeña y poco transitada. La ancha promete libertad, pero deja el alma vacía; la estrecha parece difícil, pero lleva a una vida llena de propósito. Escoger la puerta estrecha es elegir a Jesús, confiar cuando no todo tiene sentido y caminar con fe, no con prisa. No se trata de reglas, sino de relación. De aprender a amar, servir y descansar en Su gracia. Porque lo que el mundo llama pérdida, Dios lo transforma en vida. La puerta estrecha no es un límite, es la entrada a la verdadera libertad.